viernes, 16 de julio de 2010

Saludos, bienvenidos a este pinino de creación blogera, gracias por la paciencia de pasarse un rato por aquí a departir paparruchadas. para no seguir verborréico inauguremos con un poemilla, sólo por comenzar:

¿Por qué no llegaste nunca si te esperé despierto?

si mi voz te suena a reproche
Será por que te reprocho la vana espera
Será que el viento no ultrajó las luces guías
Y el fuego que tejí no se extinguió de forma alguna.

¿Por qué no llegaste si te formé en mis sueños?
¿Por qué si el espacio infinito fue llenado con infinito apego?
¿Por qué si te construí perfecta para el amor de un solo hombre?
¿por qué si bajo mi sombra habrías sido ultraje de la aurora?

¿Por qué no llegaste cuando hiciste falta?
Cuando todas mis esperanzas te reconstruyeron nuevamente
Cuando fue el cielo que moldeé a mano el que lloró a solas
Cuando otros vivieron de las palabras que te tenía guardadas.

¿Por qué me hiciste esperar por nuevos trazos?
¿Por qué no llegas si la noche no se acaba?
¿Por qué destrozas mis esperanzas de que valga la pena?
de que el agobio del alma tiene sentido
de que el cansancio tiene sosiego
de que podré dormir algún día
De que moriré a tu lado
Esperándote.

¿Por qué te estás tardando tanto?

Javier Orozco
Jov (2006, esperándote, todavía)

2 comentarios:

  1. Disculpa no se mucho de literatura al menos en poesía porque la prosa medio la manejo, pero que onda con la métrica del poema? También es válido hacer poemas sin tantas rimas?

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  2. saludos. la rima y métrica se usan ya muy poco, te invito a leer a poetas consagrados desde octavio paz, hasta jaime sabines, de quien te dejo quizás el más famoso de sus poemas, los amorosos:
    Los amorosos callan.
    El amor es el silencio más fino,
    el más tembloroso, el más insoportable.
    Los amorosos buscan,
    los amorosos son los que abandonan,
    son los que cambian, los que olvidan.

    Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
    no encuentran, buscan.
    Los amorosos andan como locos
    porque están solos, solos, solos,
    entregándose, dándose a cada rato,
    llorando porque no salvan al amor.

    Les preocupa el amor. Los amorosos
    viven al día, no pueden hacer más, no saben.
    Siempre se están yendo,
    siempre, hacia alguna parte.
    Esperan,
    no esperan nada, pero esperan.

    Saben que nunca han de encontrar.
    El amor es la prórroga perpetua,
    siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
    Los amorosos son los insaciables,
    los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
    Los amorosos son la hidra del cuento.

    Tienen serpientes en lugar de brazos.
    Las venas del cuello se les hinchan
    también como serpientes para asfixiarlos.
    Los amorosos no pueden dormir
    porque si se duermen se los comen los gusanos.
    En la oscuridad abren los ojos
    y les cae en ellos el espanto.
    Encuentran alacranes bajo la sábana
    y su cama flota como sobre un lago.

    Los amorosos son locos, sólo locos,
    sin Dios y sin diablo.
    Los amorosos salen de sus cuevas
    temblorosos, hambrientos,
    a cazar fantasmas.
    Se ríen de las gentes que lo saben todo,
    de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
    de las que creen en el amor
    como una lámpara de inagotable aceite.

    Los amorosos juegan a coger el agua,
    a tatuar el humo, a no irse.
    Juegan el largo, el triste juego del amor.
    Nadie ha de resignarse.
    Dicen que nadie ha de resignarse.
    Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
    Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
    la muerte les fermenta detrás de los ojos,
    y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
    en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

    Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
    a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
    complacidas,
    a arroyos de agua tierna y a cocinas.
    Los amorosos se ponen a cantar entre labios
    una canción no aprendida,
    y se van llorando, llorando,
    la hermosa vida.

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